Etchecolatz y la correlación de fuerzas

APCS por Eduardo de la Serna. Etchecolatz y la correlación de fuerzas

Murió uno de los peores. Si hubiera sido al revés, uno de los peores periodistas hubiera clamado “¡uno menos!” No lo decimos, aunque – ciertamente – no lo lloremos.

Murió en cárcel común, aunque este perverso poder per-judicial estaba preparando una prisión domiciliaria a tan indefenso y tierno ancianito. No se dio la ocasión.

Pero me queda una breve reflexión. El todopoderoso, el que causaba miedo de sólo pensarlo, el que aterrorizaba a su misma ex hija, el que, aun en un juicio justo, se atrevió a escribir – sin esconderlo – el nombre de Jorge Julio López, el cual volvió a ser desaparecido y así sigue, mostrando, además, que conservaba poder de fuego. Y de muerte. Ese todopoderoso murió. Y preso.

Sea como fuere, estaba detenido; en cárcel común. Y se llevó su silencio, los nombres, los cómplices, lugares y datos, pero – al menos – en cárcel común.

Hace muchos, muchos años, un grupo de “viejas”, armadas de un temible pañuelo blanco (arma ciertamente letal), y caminando indefensas en círculo, mostró al mundo y a la sociedad toda, que no es cosa de medir la correlación de fuerzas sino de militar por la vida. Era evidente, entonces, quien o quiénes tenían el poder omnímodo, y dónde estaba la omnipotencia. Pero no era cuestión de pesar poderes, de calcular costos y beneficios, de temer paralíticamente la derrota, era volver a dar vida a sus hijos y ser paridas por ellos.

Si hay un hecho definitorio de nuestra historia presente que muestra que el cálculo por la correlación de fuerzas es estéril y lleva a más esterilidad, es mirar a las madres de todos, a las que el pueblo abraza por un lado, y a los ayer todopoderosos haciéndose los débiles viejecitos por el otro, y ver que – aunque el omnipotente poder per-judicial intente por todos los medios encender los apagones, reinstalar dos demonios o amnistiar encubiertamente genocidas, torturadores, asesinos y demás – lo cierto es que la fuerza del amor vence al odio, y las madres siguen abrazadas. Unos seguirán temerosos de dar pasos por eso de la correlación y coso, otras viejas, mucho más viejas que ayer, ahora con bastón o sillas de ruedas, siguen andando y siguen mostrando caminos. Es bueno mirar la historia para saber hoy donde posicionarnos, otros prefieren animalitos o consensos para que te contesten con el bolsillo después que les hablaron con el corazón. De trata de aprender, la historia la tenemos delante y sirve para caminar. Otros eligen detenerse.

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