APCS por Alfredo Bracaccini. Los Ánimos y la pandemia comunicacional
Ánimo
.Capacidad humana de experimentar emociones y afectos, y de comprender.
.Fuerza o energía para hacer, resolver o emprender algo.
Nuestra capacidad de comprender se va atrofiando día a día, de forma alarmante.
Es que en esta menesunda que representa la pandemia a nivel mundial, nosotros, los argentos (cuándo no), le hemos adosado nuestra cuota de complejidad, logrando que esta peste maldita que devasta países, que demuele casi todas las teorías clínicas y económicas, en nuestra querida Argentina, sea tan sui generis , que pareciera ser sólo nuestra.
Se ha llegado al extremo de vaticinar la implantación de chips para dominarnos, que nos encierran para sojuzgarnos, que los tapabocas no sirven para nada y las vacunas son veneno.
Se afirmaba que la pandemia era mentira, se especulaban con muertos y contagiados.
Se habló de coimas, negocios y negociados.
Esos y cientos de delirios más han sido denunciados por pseudos periodistas, algunos de vasta experiencia, en un afán demencial y sensacionalista, no sólo de ganar la paga que le dan sus patrones de multimedios, quienes a su vez responden a los dueños de todo, sino también, para lograr el desánimo de la mayoría de la población.
Diputados guionados, con libretos misóginos, cobardes monigotes haciéndose los malos con las mujeres y denunciando agresiones cuando algún hombre les contesta.
Discursos xenófobos de maduros dirigentes funcionales a las billeteras de turno.
Señoras de oscuro pasado, enrolándose en cruzadas imaginarias.
Y la tele dándoles aire a todos y aprobando sus afirmaciones.
Éste relato parece extraído de un pésimo libro de ciencia ficción, pero lamentablemente, orilla con nuestra realidad.
Una realidad que a nivel comunicación, varía sustancialmente según quien se arrogue el derecho de hacerla conocer.
En esta desenfrenada carrera por llegar a ninguna parte, estamos enrolados todos
Sin lugar a dudas, la estrategia comunicacional que comenzó hace unos años, ha ido desarrollando, metódicamente, su esquema.
El objetivo principal no ha sido transformarnos en ingenuos, capaces de creer cualquier mentira, sino más bien en estupidizarnos al punto de dudar de todo.
A pesar de que existan pruebas fehacientes que certifiquen su veracidad.
Han diseñado la manera de desplazar valores, logros y códigos, haciendo que se duden de ellos, en lugar de concretar en la práctica hechos superadores a los logros anteriores.
Se ideó una forma de deconstruir lo existente, para lograr imponer lo que supuestamente, se iba a hacer.
La estratagema siguiente era dominar a quienes representaran el último estrado para definir los conflictos que pudieran sobrevenir en este inevitable choque de intereses, entre la realidad y el nuevo relato.
Y que sus pareces fueran determinantes ante la sociedad.
Los Jueces.
A partir de esto, es sencillo comprender del porqué dominar al poder judicial ha sido el propósito esencial de toda esta movida.
En algún rincón de nuestro inconsciente, todavía quedan resabios de viejos valores, como la ilusión que la instancia final de un conflicto, por serio que fuera, se dirimiera ante la capacidad y honestidad de un Juez.
La sabiduría del Martín Fierro, ya nos aconsejaba : “ Hacete amigo del Juez y no le des de qué quejarse, porque siempre es bueno tener palenque ande rascarse “
En nuestro país, el mítico relato del Rey Salomón y el bebé, seguramente, según el operador de turno, terminaría negociando con alguna de las madres del cuento.
Logrado este propósito, desorientados y desanimados y con la una pesada desazón a cuestas, nos encaminamos al eslabón final de esta cadena de objetivos arteramente diseñados:
Descubrir, una vez más, que todo es mentira.
“ Verás que todo es mentira
Verás que nada es amor
Que al mundo nada le importa
Yira, yira “