APCS. El Paraná ya no será navegable
Carta abierta a los legisladores argentinos-
El Paraná ya no será navegable, así que vayan desempolvando los trenes cargueros, olvídense de la Hidrovía. Vayan adecuando los puertos marítimos argentinos y olvídense de la Hidrovía. El Paraná ya nunca más volverá a ser navegable.
El paupérrimo metro con dos centímetros de agua con que amaneció hace unos días Barranqueras no debe ser tomado como un mal de un presente efímero: el futuro ya llegó, debe ser tomado como un mal presagio.
Ya no llueve en el sur del Brasil, y ya no va a llover, al menos no con el nivel de precipitaciones históricas. La montaña de dólares que los gobiernos argentinos, paraguayos y brasileros (todos ellos) le entregaron a “los señores de la soja” no sirve para comprar máquinas de lluvia.
Todavía no fueron descubiertas y nunca las van a descubrir. Las máquinas de lluvia no se compran, porque no se puede comprar lo que no fue producto del trabajo humano ni del pensamiento humano. Y las máquinas de lluvia fueron producto de las manos callosas de la Madre Tierra y patrimonio intelectual de nuestros dioses. Las únicas máquinas de lluvia que existen en el planeta son los bosques, y en Sudamérica los arrasamos.
Así que olvídense de la Hidrovía: ya no va a volver a llover en el sur del Brasil y ya no va a haber Hidrovía ¿Qué vamos a hacer? ¿Vamos a pavimentar el Paraná y construir una autopista con peajes en manos del Estado? No, muchachos. Dejen al río en paz, dejen al Paraná vivir o morir en paz. Pónganse todos a discutir cómo reactivamos los ferrocarriles argentinos y cómo reabrimos los puertos de ultramar.
Brasil no va a abrir sus represas, no lo va a hacer porque el Paraná superior tampoco tiene agua (y ya no la va a tener). Hay que entender la postura de Brasil: allí nace el río.
El Paraná va a ser útil para la pesca sustentable, va a ser útil para la recreación, va a ser útil para el turismo, pero ya no para la navegación comercial. A lo sumo va a ser útil para la navegación de barcazas, pero para eso no necesitamos cavar una megazanja en el lecho del río y destruirlo.
Ya está, muchachos; lo que el Paraná tenía para darles, ya se los dio. Ahora denle algo ustedes: denle paz. En la vida, todo regresa; es una ley que se cumple. El río se alimenta de las lluvias, las lluvias se alimentan de la humedad de los bosques, los bosques se alimentan de la humedad de la tierra, la tierra se alimenta de la humedad de los ríos.
Bueno, ese ciclo lo destruyeron: todos ustedes. Talaron todos los bosques, dejaron a la tierra sin la cobertura vegetal que la protege, la tierra se volvió cada vez más pobre, y después, sobre esta tierra raquítica: tiraron millones de litros de veneno. Los bosques, las únicas máquinas de lluvia que conoce nuestro planeta, ya no existen.
No hay lluvias y entonces ya no habrá río ¿Qué Hidrovía discuten? Hubo un tiempo en donde los hombres y mujeres de la política se caracterizaban por desarrollar un pensamiento estratégico, es decir: al mirar el mundo circundante lo proyectaban veinte o treinta años en el tiempo ¿Ya no existen estrategas en la política?
Es imprescindible que los haya, porque les aseguro que si ustedes tuvieran la capacidad de proyectar la mirada dos o tres décadas hacia adelante, se horrorizarían del mundo que hoy están forjando. De esa manera quizás, solo quizás, tomarían medidas que pongan los derechos de la Madre Tierra por encima de todos los derechos, y entenderían que si destruimos la Tierra nos destruimos a nosotros mismos.
En la vida se cosecha lo que se siembra, es ley de la vida. Durante décadas sembramos muerte y destrucción en nuestros ecosistemas ¿qué pretendíamos cosechar? Ya no va a llover en el sur del Brasil y el Paraná ingresará en una etapa en donde necesitará de nuestra ayuda para seguir sobreviviendo.
Si queremos Hidrovía, en veinte años vamos a tener la Autopista Buenos Aires – Barranquera para camiones al servicio del comercio exterior. Si queremos Hidro-Vida, vamos a conservar un río de poco caudal, pero que continuará dándole de comer a diez mil familias pescadoras y seguirá aportando esa belleza y ese caudal de vida que atesora en sus manos de agua.
Si nuestros gobernantes despiertan de la modorra en la que los sumió el capitalismo extractivista, quizás aún podamos conservar el poco río que nos queda. Si no, todo el ecosistema parano-platense entrará en riesgo de extinción. Más temprano que tarde, el Pueblo los despertará. Pero no esperen que los despierte con un beso, porque como ya dijimos: se cosecha lo que se siembra.
Matias Guaycochea
Pte. Foro Internacional Madre Tierra Sujeto de Derecho
Lorena Jaimez
Coordinadora E.C.L Cuenca del Paraná
Oscar Retuerto
Coordinador Gral. E.C.L. / Director Instituto Abya Yala para la Descolonización