APCS por Jorge Colmán. Los desocupados con planes son trabajadores y trabajadoras, negarlo es volver a vulnerar sus derechos
Las políticas neoliberales impuestas por el FMI, el Banco Mundial y los organismos multilaterales de crédito y la tercera revolución industrial dejaron un ejército de desocupados y desocupadas que necesitan del auxilio del Estado para sobrevivir. Esto no es solo en la Argentina, el fenómeno se extiende hasta en los países más poderosos del planeta.
Aprovechando esta situación la patronal y la derecha de «Juntos por el Cambio», extorsiona a los trabajadores y trabajadoras con aceptar reformas laborales que «permitan contratar y despedir personal con mayor facilidad» y que «lleguen capitales del exterior para la inversión». Las promesas vienen adornadas por los comunicadores de las grandes corporaciones que muestran las bondades de este relato mentiroso.
Mientras este relato machaca desde los televisores y redes sociales, algunos integrantes de la coalición del gobierno comienzan a generar un relato de que «los planes se van a transformar en trabajo». El discurso humilla nuevamente a todos aquellos y aquellas que perdieron su trabajo formal y optaron por los programas sociales ante la incapacidad del capital privado de generar mayores oportunidades de empleo digno.
¿Por qué esta doble humillación? Primero porque nadie quiere estar en situación de desocupado o desocupada, y segundo porque «los planes» ya tenían una contraprestación laboral, ya sea en cooperativas de trabajo, trabajando en comedores y merenderos o generando microemprendimientos productivos.
El relato del poder los apunta como «vagos» o «planeros», «un gasto innecesario», por «gente que no quiere laburar». La exclusión llega al punto de que la principal central sindical los excluye y no los considera trabajadores y trabajadoras (excepto la CTA). Son los «Sans Culottes», los descamisados que tanto ayudó Eva Perón dándoles dignidad y trabajo.
La situación de algunos trabajadores y trabajadoras que no cumplen con la contraprestación son una excepción, una forma clientelar de algunos mercenarios que no merecen llamarse militantes sociales o políticos, y que hacen un flaco favor a los que dicen defender y avalan el discurso de la derecha con una mentira cobarde y artera.
Desde el interior del gobierno de Alberto Fernández un nuevo discurso vuelve a humillar a los trabajadores y trabajadoras que tienen «planes» diciendo «Ahora si van a trabajar». Este mensaje lleva hacia adentro de la coalición de gobierno una contradicción que poco ayuda a resolver el problema de aquellos que perdieron su empleo. Es decir que antes «no trabajaban», que las miles de experiencias sociales que se hicieron al fragor de la lucha social son una mentira.
La búsqueda de la «diferenciación» del gobierno popular de Néstor y Cristina se transforma entonces en una humillación difícil de digerir. Más aún cuando se intenta recuperar la iniciativa política para impedir la llegada de una derecha con proyectos copiados de países que fracasaron y terminaron generando más desocupación.
Hacer un discurso para sectores medios y el poder económico, querer ganarse el voto de aquellos que rechazan los gobiernos que distribuyen la riqueza no suma absolutamente nada. Néstor Kirchner y Cristina Fernández siempre redoblaron la apuesta, no salieron de las crisis haciendo «gestos» hacia la derecha, salieron profundizando esas contradicciones, con creatividad y voluntad política a favor de los que menos tienen, jamás volviendo a victimizar a los que fueron humillados.