APCS por Daniela Fariña ¿Se acuerdan cuando nos enseñaban en la escuela sobre el ciclo del agua?
¡Re divertido era, pegadito a la fotosíntesis casi siempre!.
Quizás te suena: Cuando llueve, el agua cae al suelo, riega la tierra y es absorbida lentamente. Alimenta a las plantas que otorgan oxígeno, mientras alimentan a su vez a los animales, formando una cadena. Los animales a su vez polinizan las plantas y fertilizan la tierra que habitan con sus desechos, en un mágico ciclo de la vida.
En los humedales, el agua se acumula creando un ecosistema que filtra lentamente el agua hacia las napas, mientras otra parte se evapora para crear nuevas lluvias por la zona. Esas lluvias, riegan los bosques cercanos, alimentan el suelo pampeano y lo hacen fértil, y riegan los pocos árboles silvestres que dejamos en Buenos Aires y conurbano, dándonos oxígeno.
Todo lo que vive en un ecosistema, desde sus hongos hasta sus vertebrados, necesita de la humedad, y con ésto urge la conservación del ciclo del agua.
El agua que consumimos en Buenos Aires es filtrada por los humedales. Si desaparecen los humedales, el resultado es un cambio climático lento hacia el clima seco y árido, perdiéndose toda biodiversidad y propiedades fértiles de la tierra.
Así, con la lenta pérdida de humedales disminuyen las precipitaciones, y asistimos a la lenta erradicación de los bosques. La ciudad de Buenos Aires va a pasar a llamarse Malos Aires, si no cuidamos nuestras fuentes de oxígeno, y nuestra calidad de vida.
En los últimos 20 años el avance sobre los humedales de la zona norte de Buenos Aires, fue desprovisto de planificación, completamente irresponsable. Hay todo tipo de especies en extinción producto de esto.
Lo importante de este espacio denominado humedal es que permite habitarlo sanamente, haciendo casas sobre pilotes, como podemos conocer en las viviendas del delta. Los asentamientos y proyectos inmobiliarios criticados, sin embargo, son barrios privados multimillonarios, que rellenaron los terrenos y dragaron los ríos, arrasando con la fauna y flora.
El reclamo por una Ley de Humedales revivió estos días ante los intentos de traslado de los carpinchos, animales que desprovistos de alimento empezaron a recorrer las calles sin cerco de los barrios privados, para comer hierba al atardecer, como es su costumbre. Son animales de rivera de río, y el escándalo llevo a la luz la falta de conocimiento social sobre el manejo responsable de los mismos.
Mientras algunos sectores poderosos planteaban trasladar a los carpinchos a otros ecosistemas sin río, llegó al fin una ola de difusión de conocimiento para poner límite a seguir lucrando con la naturaleza, a costa de nuestra propia supervivencia como especie.
Hoy cada árbol que nos queda está en emergencia, porque su escasez y descuido nos afecta terriblemente.
Así, aprendemos en esto del ciclo de la vida que los animales se alimentan y defecan, nacen y mueren, fertilizando la tierra. Sin ellos no hay plantas, es una cadena que tiene que estar en equilibrio y preservada, para que nuestras ciudades sean habitables.