APCS por Gustavo Giacomo. Alinear expectativas positivas es la única herramienta para estabilizar la inflación
Mejorar las expectativas es una tarea que, hasta el momento, ha sido uno de los grandes obstáculos que el Gobierno no ha logrado superar en la larga y complicada carrera contra la inflación. Nada de lo que propuso en materia económica para reducirla hasta ahora funcionó.
Se trata de trazar un camino que permita generar confianza en la sociedad, algo que aún ni el acuerdo con el FMI ha logrado establecer siquiera para los inversores, como muestra la caída de apenas 200 puntos en el riesgo país desde la firma del documento que alejó el fantasma del default.
Sean múltiples o no las causas de la estampida de precios, está claro que sin la posibilidad de proyectar a mediano plazo, los conflictos sociales crecen a la par en que se encarece el costo de vida, lo que expande los problemas económicos hacia el campo político.
Una consecuencia lógica y repetida en un país que arrastra la enfermedad inflacionaria desde hace años pero que hoy observa cómo la puja distributiva en tiempos de números rojos y escaso financiamiento aviva, inclusive, diferencias en el binomio presidencial que se esparcen en la fuerza gobernante.
Las mismas que mantienen las dudas en el mercado -actualmente jugado a sacarle rédito a los bonos atados a la inflación- sobre el futuro y conspiran contra los recientes intentos de reforzar el frágil «sistema inmunológico» argentino mediante el adelantamiento de paritarias, precisamente para alinear expectativas, o con la suba de planes sociales y hasta la entrega de bonos a quienes cobran la jubilación mínima para amortiguar el efecto de la inflación.
IMPACTO EXTERNO, PROBLEMAS ARGENTINOS
Así, el país queda más expuesto al deterioro económico mundial que provocaron la pandemia de coronavirus y la guerra en Ucrania.
Por un lado, por el incremento del precio de la energía que encarece las importaciones del Gas Natural Licuado que necesita la industria, complica el abastecimiento de gasoil -imprescindible para la cosecha y la producción- y enciende una luz de alerta sobre las cuentas fiscales.
Por otro lado, por la caída de no menos de un punto en la proyección de crecimiento en Europa, Estados Unidos y China, lo que podría afectar seriamente al comercio exterior y, con ello, a las exportaciones, para reducir al mínimo la posibilidad de suba del PBI en este año.
Y, claro está, también por la inflación que despega a nivel mundial y le quita el sueño a una Argentina que pelea internamente por la forma de paliar sus consecuencias, en lugar de acordar una manera eficiente de fortalecerse para reducirla.
EL PELIGRO DE LAS DIVISIONES
Como lamentablemente se ha comprobado en tiempos del Covid-19, cuando un virus llega a un cuerpo maltratado, el daño suele ser mucho mayor. Y convivir con la inflación en una Argentina con altos índices de pobreza, implica sumar víctimas.
Perder en este contexto la oportunidad de aprovechar el rebote económico de 2021, la baja del desempleo, el acuerdo con el FMI y el achicamiento de la brecha cambiaria para ordenar la economía, reducir la inflación y alimentar la expectativa de un futuro mejor sería un error grave más para un país que ha cometido ya bastantes a lo largo del reciente historial económico.