Por Jorge Derra.Yo he vivido en este pueblo tantos años como toda mi vida casi. Este pueblo al que le han puesto un nombre, que no pudo estar mejor elegido, porque honra mi pueblo en su nombre a un trabajador ferroviario. Y trabajadores y ferrocarril son, al menos así lo siento, la arcilla primigenia de mi pueblo.
He vivido en este lugar incluso desde antes que llevará este nombre. Era pobre mi pueblo, eramos pobres. No había luz eléctrica, todas las calles eran de tierra y barro, las veredas no existían casi, la basura la enterrabamos en un pozo al fondo del terreno. La oscuridad nos traia miedos metafísicos, aparecidos fantasmales, animales fantásticos y desgracias anunciadas, pero nunca supimos de temerle al vecino. Cuando salíamos en las madrugadas y la frescura del aire aplastaba el aroma de las flores de los paraisos y las acacias hasta llevarlo a la altura de nuestras narices, acusábamos el oído pare percibir el croar de las ranas y los grillos, nunca para descifrar el paso del asesino enredado en los silencios atiborrados de sonidos de las nocturnidades de mi pueblo.
He vivido en este pueblo desde cuando teníamos poco y nos faltaba mucho, pero lo que teníamos no era jactancia sino alegría y lo que faltaba no resumía odio sino esperanza. Desde cuando no había un lugar donde comprar zapatillas, donde el carnicero llegaba en bicicleta cuatro veces a la semana y había tres colectivos por día, pero el tren de las cuatro y cuarto pasaba cuatro y cuarto. He vivido en esos tiempos cuando también había injusticias, pero para reclamar por ellas no necesitábamos ser peores que los injustos.
Porque he vivido en este, mi pueblo, desde entonces, me duele el odio como estrategia política, me duele la cizaña del uno contra el otro diseminada como un polen maldito por el aire otrora puro de mi pueblo. Me duele la prodigiosa tecnología de las comunicaciones utilizada para que cada vez nos comuniquemos menos, nos entendamos nada y nos alejemos sin retorno. Me duele ver que en este pueblo con nombre de obrero ferroviario, nos tengan atrapados entre la indignidad del que gobierna y el maniqueísmo odioso del que conspira. Sera por eso que a pesar de todo sigo amando como siempre, como nunca a mi pueblo Maquinista Savio.
